Esa noche las gotas de agua caían una sobre otra sobre el
cemento, como tienta sobre el papel, se hundían perfectas y se ramificaban en
cuanto tocaban el suelo, era un milagro ver como la gota anterior, se desvanecía
y era opacada por una nueva, esa noche pensé que no tenia 18, que estaba mas
cerca de mis 28, y que seguía siendo una niña que se deslumbraba con la lluvia.
Cuando va a parar, cuando voy a crecer, que me hace pensar
que soy mejor, si ahora soy como esa gota extendida, sin vida ni esplendor. Que
me queda mas que la ironía de escribir cuando estoy devastada y no feliz, no
puedo escribir cuando amo, y en cambio cuando se hace presente este sentimiento
de dolor, tan antiquísimo en mi las letras empiezan a formarse y enfilarse en
mi cabeza, y digo enfilarse cuando debería decir afilarse, se arraigan a mis
venas, corren habilidosas hasta mis dedos , estos se extienden y yo de nuevo
con esta muerte corporal paradójicamente siento que otra vez puedo volver a
respirar.
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